Fundador de CERT Producciones C.A.
En los conceptos preliminares que sustentan la necesidad de desarrollo del Sistema Latinoamericano de Orquestas de Guitarras, por sus siglas “SLOG” (Aunque como cosas del destino se traduce la palabra “SLOG” del idioma anglosajón como: sudar tinta), refiero una visión muy personal de cuatro logros importantes en la guitarra a lo largo de su historia; logros, que a pesar de ser, no han logrado el mejor convenio con ciertas realidades que a continuación expongo. Son estos:
1. Repertorio: Concepción creativa de música original para el instrumento, transcripciones, adaptaciones.
2. Evolución Física: El desarrollo acústico potencial de la guitarra.
3. Metodología: Administración de la enseñanza y marco teórico.
4. Institucionalización: Desarrollo académico en diferentes niveles. Y agregaría:
5. Fijación técnica: Diversos engramas cinéticos elaborados como patrón de conducta en cuanto a las técnicas guitarrìsticas más idóneas y funcionales.
Cada una de estas fases, ha ido evolucionando en diferentes cuerpos de doctrina, cada una a su ritmo ha identificado los baches que posiblemente fueron desligándose del quehacer guitarrístico, ya fuera por la inconsistencia de sus planteamientos, o, por la novedad de nuevos conceptos que terminaron por fijar un paradigma alrededor de estos.
Podemos entrever algunos ejemplos de esos paradigmas que se fijaron como un patrón generalizado y colectivizado.
En el caso del repertorio de la guitarra, si bien el instrumento a través de sus creativos compositores y arreglistas ha permanecido a lo largo de por lo menos Quinientos años de evolución, muy activa y “al día” en cuanto a los cambios conceptuales en torno a la composición musical; han estado estos, muy a pesar de su infinita creatividad, limitados ante la conducta técnica que se ofrece en la Escuela razonada, porque se han escolarizado patrones técnicos muy rígidos, de los cuales solo se ha podido salir con las llamadas técnicas extendidas en breves episodios musicales, como un evento cuasi curioso. De ahí, que la limitación técnica implementada por diferentes cuerpos de doctrina, den marco obligado a la creatividad del compositor, los cuales, en poca o mucha proporción, han preferido transitar caminos poco recorridos por los estudiantes y maestros del instrumento, con la utilización de nuevos lenguajes, donde la atonalidad y la deformación armónica rigen bajo la perspectiva de las técnicas extendidas, o, la utilización de elementos anexos que fuera del instrumento emergen como una “novedad”.
Esta situación, ha creado una segmentación creativa sin duda.
Recordemos una palabra que no facilita las cosas al compositor: Mercado.
Mientras el compositor está generando un concepto comunicacional propio dentro del repertorio creativo para la guitarra, por otro lado, la Escuela tradicional, dedica gran parte de su burbuja en proyectar la música compuesta por maestros de diferentes épocas, aislados del presente, porque además, el mercado musical general, ha encerrado aún más ese perfil musical que implica lo académico al engranar el gusto del mercado (público neófito), con el cuerpo de doctrina de la Escuela tradicional de la guitarra dentro de su lenguaje propio y honesto; la mayor parte de nuevos creativos viven huérfanos de apoyo interpretativo y totalmente desconectados de aquello que mueve a la gente hoy día, musicalmente.
En cuanto al segundo factor de evolución del instrumento a lo largo de su historia, el desarrollo acústico potencial de la guitarra, ha estado entrelazado justo a la búsqueda del compositor de ampliar las posibilidades técnicas y expresivas del instrumento, pero una vez más, volvemos al tema de un cuerpo de doctrina que, salvo casos puntuales, explora en esas diversas formas de adaptación en el instrumento, donde podemos concluir con otra palabra que tampoco facilita las cosas: Economía.
Obtener un instrumento, de buena calidad para ofrecer conciertos, ya es un gran logro en la vida del guitarrista; pero son estos, momentos que dicho músico no puede repetir por cada nuevo estilo musical novedoso que implique la adquisición de otro formato de guitarra.
Nuevamente aparece la palabra “Límite”.
Un maestro de la guitarra sabe muy bien, dependiendo de su amplitud artística, de la cantidad de fondos financieros dispuestos para poder realizar sus investigaciones y respectivo trabajo como concertista que es; sumando a esto otra simple dificultad: Traslado de sus instrumentos para ofrecer al público una matriz general de su arte.
Es entonces un lujo, que aparte no se puede sostener si los compositores que expanden su creatividad, no producen en función de esos formatos físicos en el instrumento.
Guitarras con Diez cuerdas donde se suele interpretar el repertorio que se ha realizado para Seis; guitarras sin trastes para hacer música árabe; guitarras cromáticas para trabajar un repertorio inusual, donde solo Escuelas como la del maestro Julián Carrillo (Sonido 13), han tenido cierta permanencia y ha venido ganando sin duda un espacio entre los nuevos maestros de la guitarra. Y no hablemos de los formatos requeridos dentro del concepto popular, que pueden ser muy amplios en cambios estructurales tan solo para buscar un sonido que se identifique a cierto estilo musical.
Un caso muy particular lo tiene la Escuela de la guitarra flamenca, donde se posee un formato del instrumento con propias dimensiones, un bagaje técnico amplio y una serie de estilos musicales que han ayudado en mucho a conformar un gran repertorio.
En los dos puntos anteriores dimos con una necesaria referencia dentro del plano histórico y evolutivo de la guitarra, la metodología y el cuerpo de doctrina.
Administración de la enseñanza y marco teórico.
Es tal vez, este el punto focal de la concepción del problema común que presenta como limitante nuestro instrumento al resto de los cambios que la guitarra ha conformado en su desarrollo evolutivo.
Las Escuelas de la guitarra tal como algunas religiones, consideran en algunos casos el ser las portadoras de la verdad respecto al mismo dios que veneran; es decir, son tan rígidas que lejos de liberar el espíritu de búsqueda del estudiante de guitarra, lo atrapan en una trama de conflictos heredados por la doctrina misma de la Escuela que defienden, lo que suele ser un paradigma lleno de normas y dogmas que apagan la llama.
Toda Escuela debe tener una base sólida en la cual la técnica debe ser libertada en algún momento, porque todas deberían buscar lo siguiente: conocimiento estructural del diapasón, enfocado en la lectura a primera vista y su carácter comprensivo, más que en la lectura por memorización, el análisis armónico y contrapuntístico que en resumen pudiéramos denominar “estructura polifónica de la guitarra”, el conocimiento sónico del instrumento, el de estilos musicales por época y por autor y en fin, mucho de lo que se ha hablado sin seguimiento de un plan educativo eficaz, lo que produce guitarristas lentos en cuanto a su desempeño profesional y estudiantil.
Lo que no debería hacer ninguna Escuela: Implementar una sola técnica como respuesta al desarrollo musical, ya que, como lo hemos indicado en el libro: Guitarra Cuántica el Doctor Jorge Quinn y mi persona, el subconsciente puede generar distintos engramas cinéticos, que pueden ser afectados por uno o más observadores, siendo el primero de estos, nuestro propio consciente, o para decirlo de modo distinto, nuestra postura puede obedecer a diferentes formas según lo aprecie nuestro registro de opciones cuánticas, por ejemplo, obligar (tal como lo hacía el maestro Segovia) a mantener de manera dictatorial una única digitación, restando validez a otras propuestas, es un concepto arcaico, porque es un hecho que el instrumento entre sus cambios bien logrados de forma genérica, pasó de la cuerda de tripa de cordero (llamada popularmente “de gato”), al nylon, lo que generó un rumbo distinto y radical a las digitaciones que el maestro Segovia implementaba.
La calidad del sonido permutó con ese simple cambio estructural.
Esta situación, nos ha llevado a procesos mentales en los cuales excusamos la ineficiencia en los montajes del repertorio; solemos decir con orgullo que el guitarrista estudia ocho horas diarias cuando la realidad de nuestros tiempos actuales exige prontitud eficaz, ser capaces de montar en una semana ese repertorio de doce o más obras con un promedio diario de dos horas de estudio.
Toda esa capacitación doctrinaria está de por sí, desactualizada, entonces, ¿qué pasa cuando se presenta en el firmamento un nuevo sistema educativo, o un cuerpo de doctrina sustentado capaz de generar un rompimiento de sus paradigmas? Las Escuelas tradicionales tienden a menospreciar toda idea que infrinja sus reglas.
En el maravilloso y completo ensayo del maestro Ángel Blanco, "La historia del Plectrodedo", lo vamos a comprender de un modo muy bien llevado, porque además de ser sutil y documentado, utiliza como contexto una técnica que por
siglos fue vista como el patito feo de la Escuela razonada Tárrega- Pujol, pero resultó ser un cisne hermoso dentro de la Escuela del Plectrodedo, la técnica del Dedillo.
En cuanto a la evolución institucional del instrumento, haré copia breve de la problemática sobre la cual se hace la sustentación planteada como introducción de soporte al ideario que es el Sistema Latinoamericano de Orquestas de Guitarras (SLOG).
"Hasta el momento, muy a pesar de la institucionalización lograda gracias a la labor de distintas generaciones de maestros del instrumento, no se ha constituido un enfoque social actual, que de apoyo a los jóvenes talentos del instrumento; como dato interesante, el concepto institucional en el cual se ha basado el marco teórico del aprendizaje del instrumento, lo ha llevado a ser casi inaccesible a la población más desfavorecida financieramente; donde por cierto, convergen experiencias positivas sobre la aceptación, que este sector de la población ha tenido por el aprendizaje formal del instrumento; dispar, de eventuales experiencias con personas de esferas sociales más altas, las cuales toman (con sus excepciones), el aprendizaje del instrumento como un extra y no con sentido protagónico en sus vidas.
¿Música de élite? Cuando hacemos un estudio socio-económico de los maestros que más renombre han dado a la guitarra gracias a su talento y perseverancia, descubrimos que estos no vienen de familias acaudaladas y que más por una acción de rebeldía, amor al arte, fe ciega o mística de hierro, se hicieron la promesa de no retirarse de sus estudios, pero son una minoría frente al río de jóvenes talentosos que no pudieron completar tal hazaña, efecto por el cual se comprendería la alta deserción de estudiantes al instrumento; la institucionalización creada, no brinda las posibilidades de desarrollo financiero tan necesarias para mantener en el largo periodo de estudio formal del instrumento limpia la psique del estudiante y hacer frente a comentarios como: “¡Te vas a morir de hambre!”; comentarios, que muchas veces se generan en el propio seno familiar del joven artista, por lo que podemos decir, que la academia misma, creada por gente de bajos recursos, tiende a sesgar la oportunidad de una población desasistida en cuanto a su nivel financiero.
Igualmente, los medios de expresión social han evolucionado a sectores no comprendidos en su totalidad por la academia, el repertorio no cala en el ciudadano con oído profano, esto degenera en una sucesión de conflictos que terminan por encerrar en una cúpula de cristal a los estudiantes de las nuevas generaciones en el sector académico.
En pocas palabras, el concepto de élite es estructural, no artístico; nada tiene que ver el gusto por un determinado estilo de música, sino con la distancia y el encierro que la academia proclama en defensa de lo que considera es una verdad absoluta del arte.
Actualmente el índice poblacional que estudia la música académica ha bajado frente al desarrollo demográfico: es decir, en un período de treinta años, la masa poblacional, estará buscando medios de expresión por desarrollar muy alejados a la verdad artística que defienden los sectores académicos".
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